Trabajo de filosofía; ¿Felicidad vs. Inteligencia?
Prof. Fernanda Diab 3º B. D. Alumno Juan Lobera
El siguiente trabajo aspira a confrontar y comparar tres perspectivas respecto de la supuesta dicotomía entre felicidad e inteligencia.
Los tres insumos son; “Historia de un buen Brahmín” de Voltaire, autor ilustrado. Escritos de John Stuart Mill respecto del tema en el libro “El Utilitarismo” y el episodio “HOMЯ” de Los Simpsons, en el que se devela la causa de la estupidez de homero.
En los tres se manifiesta por lo menos en un primer momento, una aparente oposición entre los dos términos, oposición que finalmente no es tal en Mill, pero que sí aparece en Voltaire y en los Simpsons. Mill zanja la cuestión separando los términos “contento” y “felicidad”. Contento es según Mill lo que obtienen los necios cuando su escasa capacidad de goce es plenamente satisfecha, estando felicidad asociada a los placeres cualitativamente más elevados, es decir, de los exclusivamente humanos; la inteligencia y la capacidad moral (más aún siendo la ecuación utilitarista bien=felicidad=placer). Esto se ve resumido en la siguiente frase de Mill “Es mejor ser un ser humano insatisfecho que un cerdo satisfecho; mejor ser un Sócrates insatisfecho que un necio satisfecho”.
En Voltaire sí existe de hecho la dicotomía, el brahmín es rico, es sabio y representa una autoridad moral y religiosa pero su alma es sumamente infeliz, acosado por innumerables cuestiones que sólo un elevado nivel de inteligencia pueden percibir, sintiéndose impotente ante la infinitud y la imposibilidad para resolver tales cuestiones. Esto suscita en el brahmín infelicidad y baja autoestima, y por el contrario, la vieja beata vecina del brahmín, que es imbécil y pobre se contenta con muy poco y es extraordinariamente feliz.
Lo mismo se presenta en Los Simpsons, como podemos apreciar en la gráfica de Lisa, pero se le agrega el componente social, es decir, de como la capacidad coercitiva de la sociedad contribuye a la infelicidad del sujeto culto (Homero es expulsado violentamente tanto del cine como de la taberna de Moe) y sólo es capaz de entenderse y apreciarse con sus pares intelectuales, Lisa.
Lo que resulta interesante, es la postura de “quienes conocen las dos caras de la cuestión” en los tres insumos, de quién ha sido o puede saber lo que es ser un necio contento y un Sócrates infeliz. Como hemos visto, para Mill no es real que la inteligencia produzca infelicidad ya que para Stuart la inteligencia consiste en poder captar la felicidad. Sin embargo, expone las causas de por qué alguien podría elegir los placeres inferiores (los que satisfacen completamente a los necios) a los elevados (los propiamente humanos, apreciados a partir de la inteligencia y la cultura) y por qué quien conoce los elevados no podría satisfacerse con los inferiores.
Explica Mill que quienes elijen los inferiores no lo hacen deliberadamente, sino más bien que han perdido capacidad para los elevados. Esto puede deberse a influencias hostiles (como la vejez) o más aún a la falta de sustento, es decir la falta de tiempo y oportunidad de dedicarse a ellos. Y nadie, salvo contadas excepciones, admitiría convertirse en necio con tal de tener los placeres de una bestia, ya que cuando uno conoce los placeres elevados el espectro de la felicidad (y del sufrimiento) se amplía, necesita más para sentirse feliz, por tanto, “nunca concedería hundirse en lo que considera un grado más bajo de existencia”. Para esta negativa, apela a un sentido de la dignidad compartido por todos los seres humanos, de amor a si mismo y a lo que uno es, y que está relacionado con los placeres elevados.
“¿No os avergüenza ser desgraciado cuando a vuestra puerta hay una vieja autómata que no piensa en nada y que vive contenta?
-Tenéis razón; cien veces me tengo dicho que yo seria feliz si fuese tan necio como mi vecina, y sin embargo no quisiera semejante felicidad”.
En Voltaire los sabios tampoco aceptarían ser felices a condición de ser imbéciles, nuestro narrador, con quien todos los sabios están de acuerdo concluye que la vida se trata de ser feliz, y que la felicidad es un sentimiento certero, en cambio la inteligencia (o la razón en términos de Voltaire) es algo de lo que nunca se está completamente seguro dada la infinitud de las cuestiones que la razón misma se plantea. La respuesta del brahmín se entiende en función de la calidad de ilustrado de Voltaire, quién afirma a través del narrador, que “aunque apreciamos mucho la felicidad, aún apreciamos más la razón”. Entendiendo que el fin último de la vida es la autonomía otorgada por la razón y no la felicidad.
El caso excepcional se da en los Simpsons, dónde Homero decide volver a ser necio. Podría tener varias interpretaciones, disfrutaba su anterior felicidad, no soportó la infelicidad que le acarreó ser más inteligente, o que a pesar de ser inteligente no tuvo la voluntad suficiente para lograr cierta autonomía respecto de lo socialmente establecido, en actitud aún “de rebaño”. Pero a nuestro parecer, esto podría justificarse de algún modo desde Mill, (por esto cursiva en “volver a ser” que tomará importancia aquí) aunque Mill no prevé este tipo de situaciones, ya que es totalmente ficcional (de un momento a otro un sujeto pasa de disfrutar el programa de Oprah Winfrey a armar cubos de Rubik al hilo) habla Mill de un sentimiento de dignidad relacionado con los placeres elevados “self-respect” que es, a mi parecer, el amor a uno mismo y a lo que uno es, en Homero, su súbita inteligencia despierta este sentimiento de dignidad y la consciencia de si mismo, lo que lo lleva a darse cuenta de lo que el es realmente; un pusilánime gordito y mimado por su esposa. Mediocre, pero es lo que es y decide volver a ser. Esta es una diferencia con los otros textos, ya que el brahmín o el hombre de las dos caras de la cuestión de Mill, podrán haber sido jóvenes o niños, pero nunca necios y satisfechos realmente, “lo conocen” porque tienen conceptos para describir la necedad y tomar consciencia de ella; autómata, ignorante, pupilo, irresponsable, imbécil… Solo en el caso de homero ha sido realmente una cosa y la otra, pero la inteligencia, a pesar de ser la “menos artificial” porque es inteligente SIN un injerto en el cerebro y en cambio es imbécil con el crayón, es la artificial en otro sentido: él no ha construido su vida su familia y su posición sin crayón, lo ha hecho con él, aprecia eso y es realmente feliz viviendo así. Para el narrador de Voltaire, homero sería “un sensato” que prefirió la felicidad a la Razón.
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